Seguro que alguna vez hemos escuchado esta cita, reflexionemos un poco sobre el tema.

Hace unos años tuve un par de zapatos muy chulos de una conocida marca española, eran cómodos y me los ponía a menudo durante la temporada de invierno porque tenían borreguito sintético por dentro y pasada la temporada, en Málaga, daban calor. La cuestión es que al cabo de 2 años, la suela se empezó a romper, craquelar la goma. La faena es que esos zapatos tienen unas hormas muy particulares, y un montaje que no se puede reparar en comercios de reparación de calzado. Asi que realmente, esos zapatos, que no eran baratos, duraron poco y no se pudo hacer nada por ellos, un desecho más.

Los zapatos hechos a la antigua usanza, con materiales de otro tipo son reparables, y de hecho, cuando hago un par, mi norte es que duren mucho, pero también pienso que si se dañan por algún motivo, algún compañero o compañero zapatero pueda repararlo allá donde mis zapatos hayan llegado.

Las tendencias vienen y van, y donde la novedad a menudo eclipsa lo perdurable, la reparación de prendas de vestir se alza como un acto verdaderamente revolucionario. Se necesita un ojo perspicaz y un corazón comprometido para reconocer que más allá de la superficie de la moda, existe una oportunidad de contribuir a un cambio positivo en nuestro mundo. Es en esta reflexión sobre la sostenibilidad, se teje una narrativa que desafía la cultura de la moda desechable.

Una industria caracterizada por la producción en masa y la rápida obsolescencia, de ropa que se desvanece en las sombras de los armarios o se abandona en vertederos, es la dura realidad hacia la que los países que mas tienen no quieren mirar y envían sus desechos a países que tienen menos a cambio de grandes sumas. Pero en medio de esta cultura de consumo acelerado, la costura y la reparación de prendas emergen como una respuesta alentadora.

Reparar en lugar de desechar, una práctica que abraza la sostenibilidad en su núcleo. Cada remiendo, se convierte en un acto de resistencia contra la mentalidad de «usar y tirar». Es una declaración en sí misma, un compromiso con la calidad sobre la cantidad, y un testimonio del valor que se otorga a la ropa que ya poseemos. La costura se convierte en una forma de preservar la historia de una prenda, en lugar de relegarla al olvido.

Frente a lo superficial y fugaz, la reparación y el mantenimiento de nuestras prendas nos invitan a profundizar en nuestra relación con la ropa y los complementos. La moda es una inversión y una expresión de nuestro compromiso con un estilo de vida sostenible. Se trata de tomar la decisión consciente de reparar una chaqueta en lugar de comprar una nueva, de prolongar la vida útil de un par de zapatos, y de valorar la habilidad de los que restauran nuestras prendas con destreza y cariño.

En última instancia, la moda sostenible no solo es una cuestión de producción y consumo, sino también de cuidado y aprecio. La reparación es un acto de amor hacia nuestras prendas y un gesto de respeto hacia el planeta. Una revolución silenciosa que florece en los talleres de costura y en los corazones de aquellos que reconocen que la moda puede ser una fuerza positiva en la construcción de un mundo más sostenible. La próxima vez que encuentres un botón desprendido,  una hebilla descosida o una costura abierta, considera la opción de la reparación, y serás parte de esta revolución que se está tejiendo en cada puntada.